Hay momentos que son accidentes y otros, accidentados. Hay días más negros o más blancos, pero ninguno totalmente sano. El caso es que ninguno, nada, ni un pisco, es casual.
Quizás sería más romántico decir que el destino está escrito, que las cartas hechadas, que Dios ya sembró un camino. Apenas hace unos días que volví a escuchar la "palabra divina". Y quisé creer que fuera real. Pero me sentí falsa. Aunque tuviera ganas de decir sí, que así sea; por dentro, muy profundo profundo, se inscribía en mí, se tatuaba, la seguridad de que la divinidad no es justa, ni acaso cerca. Y que si existiera esa justicia divina, difícil de comprender, sobre todo a mi entender, tengo aún el fuerte deseo de que alcance a los justos. Aquellos que, aunque con errores, fracasos, frustraciones; supieron hacer, a pesar de todo, y más, de todos, un "camino divino". Fértil. Enérgico.
Pocas veces uno piensa el futuro, o el no futuro, como cuando se enfrenta a la muerte. Porque golpea, porque duele. Porque no se entiende. Se intenta. Seguro que se intenta comprender algo que, de ser racional, sería mucho más fácil de digerir. Se intenta, pero no se logra.
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1 comentario:
la muerte siempre es un cachetazo inesperado que nos deja inmóviles durante un buen rato
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