Un hermoso sol asomó el 8 de agosto en la Villa Zavaleta de Nueva Pompeya. Tempranito nos levantamos y rumbamos para esos aires, nuevos para algunos, más conocidos para otros. Arrancamos en lo de Mirta, una grande que nos ha dado la gran mano necesaria para poder asomarnos al barrio y empezar a construir, todos juntos.
Manos a la obra. Empezamos con la chocolatada; la gran torta ya protagonizaba la escena. Mientras tanto, el sonido en el patio, los arcos para el torneo de fútbol, los trofeos y camisetas.
Generar presencia. Colgamos los trapos, inflamos globos y adornamos con guirnaldas. Todo estaba quedando muy lindo y se dibujan sonrisas en cada uno de nosotros y en cada pibe que se iba acercando al fogón.
En una esquina la parrilla y la barra con las gaseosas listas. En la otra el espacio para el pelotero. Al lado, el sonido apuro regueton, cumbia y fiesta. Las pibas bailaban y los pibes empezaban a correr atrás de la pelota.
Torneo de fulbo, los choris para los chicos en el almuerzo, el pelotero. Pibes de todas las edades, grandes, chicos, medianos, enanos, lungos. Todos, corriendo y saltando por todos lados.
Parecía un día de primavera, el sol era cada vez más grande. Fue un día inolvidable. Fue una fiesta con los chicos. Fue un exceso de infancia pero una satisfacción de sonrisas y miradas encontradas. Ellos rieron, jugaron y se llevaron globos y golosinas.
Nosotros nos llevamos la alegría de saber que sin duda está es la mejor manera de festejar el día del niño. Que se puede hacer algo hermoso si todos unimos fuerzas. Que se vuelve a la infancia por momentos y por otros se fuerza la paciencia. Pero siempre, siempre, gana el corazón, la energía y las ganas.
1 comentario:
Alta producción!
bien por los peques!
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