Perfectamente imperfectas son las lágrimas y las sonrisas. Los sueños.
Retomo hoy lo que alguna vez ya escribí.
Perfectamente imperfecto es vivir cada día, de una manera distinta, tan igual a otras. Tan parecido a mí.
Perfectamente imperfecto es levantarse un día con una alegría y, al otro, con una tristeza. Un día con sol y otro, con tormenta. Con frío o calor. Los opuestos se funden en un tercer sentido tan inexplicable, tanto, que a veces duele. Un sentido que se hace presente a partir del pasado y que será germen de un futuro próximo.
Mi cabeza funciona así. A destiempo con el sentido. Sentir es aún más complejo.
Sé vive bien como se puede vivir, se cuestiona cuestiones casi sin respuesta o con respuestas laberinticas que comprenden situaciones; las comprenden lógica, racionalmente, y responden justo de esa manera, de esa otra forma, tan lejana, tan ajena, al sentimiento propio.
Hay cosas que la razón no puede explicar.
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